El evangelio y el nuevo pacto

De Enciclopedia de conocimiento de la Iglesia de Dios
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El evangelio de Cristo puede llamarse el nuevo pacto.

El evangelio significa las buenas nuevas[1], y más específicamente es el nuevo pacto. Los santos y los apóstoles de la Iglesia primitiva guardaron y predicaron las verdades del nuevo pacto, como la Pascua y el Día de Reposo, tal como Jesús les enseñó.

El evangelio es el nuevo pacto

  • “[…] evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.” (Colosenses 1:23)
  • “el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto” (2 Corintios 3:6)

El apóstol Pablo se refirió a sí mismo como ministro del evangelio y también como ministro del nuevo pacto. Esto muestra que el evangelio es el nuevo pacto.

La Pascua, el núcleo del nuevo pacto

La última cena de Leonardo da Vinci: representa la escena de la comunión de la Pascua del nuevo pacto

La verdad central del nuevo pacto es la Pascua. La noche anterior a la crucifixión, Jesús celebró la última Pascua con sus discípulos. En lugar de sacrificar un cordero según el antiguo pacto, les dio pan, diciendo: “Esto es mi cuerpo”, y les dio vino, diciendo: “Esto es mi sangre”. Proclamó la Pascua, que se celebra con pan y vino, como el nuevo pacto en su sangre.

“Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! […] Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.”

- Lucas 22:15-20


Por lo tanto, la Pascua es el núcleo del evangelio del nuevo pacto. La Pascua es la verdad a través de la cual podemos recibir el perdón de pecados y la vida eterna al comer la carne y beber la sangre de Jesús.[2][3] La proclamación de la Pascua del nuevo pacto fue el verdadero evangelio, la noticia más bendita entregada a los seres humanos que estaban destinados a morir como pecadores espirituales.[4][5][6]

La Iglesia primitiva guardó y predicó el evangelio del nuevo pacto

Jesús vino como el Salvador y predicó el evangelio del reino durante tres años después de bautizarse, hasta que murió en la cruz.[7] El evangelio, o el nuevo pacto, es la ley que Jesús enseñó mientras estaba en este mundo. Entre las verdades del nuevo pacto que Jesús enseñó y de las que también dio ejemplo de guardar, se encuentran la Pascua, el bautismo, el Día de Reposo y las siete fiestas de tres tiempos. Los apóstoles guardaron y predicaron todas las verdades del nuevo pacto, siguiendo el mandamiento de Jesús: “Enseñadles que guarden todas las cosas que os he mandado”.[8]

  • El bautismo
Jesús dio el ejemplo de bautizarse y dirigir el bautismo.[9][10] Pidió a sus discípulos que predicaran el evangelio a todas las naciones y que primero los bautizaran.[11] Los santos de la Iglesia primitiva, como Felipe, Pablo y Pedro, bautizaban inmediatamente a las personas que escuchaban el evangelio y lo comprendían.[12][13][14][15]
  • El Día de Reposo
Jesús dio el ejemplo de guardar el Día de Reposo rindiendo el culto en espíritu y en verdad,[16] y enseñó que debemos acordarnos de este día santificándolo hasta el fin del siglo.[17] Por eso, los santos de la Iglesia primitiva guardaron el Día de Reposo incluso después de la muerte de Jesús en la cruz.[18] Continuaron conmemorándolo incluso después de su resurrección y ascensión.

“Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando […] que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo.”

- Hechos 17:1-3

“Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos.”

- Hechos 18:4

  • La Pascua
La Pascua, que contiene la promesa del perdón de pecados y la vida eterna,[2][3] es la verdad central del evangelio del nuevo pacto. Jesús no solo instruyó a sus discípulos para que prepararan la Pascua,[19][20] sino que también enfatizó su importancia, diciendo: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” y: “Haced esto en memoria de mí”.[21] El apóstol Pablo, quien se llamó a sí mismo ministro del evangelio y del nuevo pacto, enfatizó que las enseñanzas sobre la Pascua eran de Jesús, el Salvador.[22] Siguiendo el ejemplo de Jesús, los santos de la Iglesia primitiva celebraban cada año la Pascua del nuevo pacto con pan y vino, que representan la carne y la sangre de Cristo, al anochecer del día 14 del primer mes según el calendario sagrado.

“[…] porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta [Pascua].”

- 1 Corintios 5:7-8

  • Las siete fiestas de tres tiempos
Los santos de la Iglesia primitiva celebrando el Día de Pentecostés
Las fiestas de Dios, que se celebran anualmente, son la Pascua, la Fiesta de los Panes sin Levadura, el Día de Resurrección (la Fiesta de las Primicias), el Día de Pentecostés (la Fiesta de las Semanas), la Fiesta de las Trompetas, el Día de Expiación y la Fiesta de los Tabernáculos. Estas siete fiestas se agrupan en tres tiempos. Colectivamente, se les llama “siete fiestas de tres tiempos”.[23] Jesús vino como la realidad de todos los sacrificios ofrecidos en cada fiesta de los tiempos del Antiguo Testamento,[24] y transformó las fiestas del antiguo pacto, en las que se hacía expiación mediante la sangre de animales, en las fiestas del nuevo pacto en las cuales somos perdonados de nuestros pecados a través de la sangre preciosa de Cristo.[25][26]
Para esto, Jesús derramó su sangre en la cruz; los apóstoles celebraron las fiestas recordando el sacrificio de Jesús y siguiendo sus enseñanzas y ejemplos. En la Fiesta de los Panes sin Levadura, participaron del sufrimiento de Cristo ayunando;[27] y en el Día de Resurrección partieron el pan para que sus ojos espirituales se abrieran.[28][29] En el Día de Pentecostés recibieron la bendición del Espíritu Santo y lograron un notable crecimiento del evangelio;[30] después, continuaron celebrando el Día de Pentecostés cada año.[31] Jesús guardó la Fiesta de los Tabernáculos, incluyendo la Fiesta de las Trompetas y el Día de Expiación[32][33], que también eran las verdades del nuevo pacto guardadas por la Iglesia primitiva.


La fe de la Iglesia primitiva, que se aferró al evangelio del nuevo pacto, siguiendo el ejemplo de Cristo, nos da una lección viva: “Hoy en día, las iglesias que predican el evangelio deben tener las verdades del nuevo pacto como la Pascua”.

Véase también

Vídeos relacionados

  • Sermón: Los que guardan el nuevo pacto

Referencias